Jordi Mabras Granell es experto en finanzas y recientemente se ha incorporado al Consejo de Emprendedores del ICEB. Después de haber trabajado durante más de 40 años en el sector de la banca y de haber impartido clases en diversos másteres relacionados con el ámbito de las finanzas, ahora ocupa parte de su tiempo en asesorar a nuevas startups, y su experiencia le permite ofrecernos una visión global, realista y al mismo tiempo crítica, sobre los retos y las oportunidades que afrontan los emprendedores de hoy en día.
¿Qué importancia tienen las finanzas en la actividad emprendedora?
Normalmente, en los proyectos que me llegan, el business plan puede tener 80 o 100 páginas, pero la parte relacionada con el plan financiero (gastos, previsiones de venta, ingresos, inversión inicial necesaria, periodo en el que estaré sin facturar…) suele ocupar un par de páginas como mucho. Todo se deja en manos de la idea y después se pasa inmediatamente a la escalabilidad, es decir, a pensar que hoy venderé aquí, mañana en toda España, y al día siguiente en todo el mundo. Pero muchas veces esas cifras de facturación de las que se habla son una mera especulación. ¿Cuál es la realidad? Pues la realidad es que, según datos de la OCDE, el 83 % de los proyectos no llegan a los tres años de vida. No digo que la causa sea siempre la parte financiera, pero en gran parte sí, porque si lanzas un proyecto y no has calculado bien los números ni has previsto diferentes escenarios, lo más normal es que tengas problemas.
Existen metodologías de emprendimiento que aconsejan prototipar y testear tu producto antes incluso de elaborar un plan de negocio. ¿Cuál es su recomendación respecto a este proceso?
A veces se presiona al emprendedor para que haga el prototipo y lo presente. Pero yo me pregunto: ¿y si resulta que ese prototipo no es rentable, porque el coste de fabricación, por ejemplo, es mayor que el precio por el cual lo podrás vender? Si ese emprendedor dedicase una pequeña parte de su tiempo a sentarse y a hacer cuatro números, podría rectificar a tiempo y se ahorraría unos esfuerzos terribles.
¿Cómo debe ser un plan de negocio bien diseñado?
A mí me llegan muchos planes de negocios y la gran mayoría siguen el mismo patrón: en el primer año, pérdidas, porque parece ser que en el primer año todas las empresas han de dar pérdidas; en el segundo año también pérdidas pero muy pocas, y en el tercer y cuarto año ya nos situamos en unos beneficios espectaculares porque el negocio ha escalado. Para empezar, una empresa no tiene por qué perder dinero el primer año y después: los números que hacen que ese negocio pase de las pérdidas a unos beneficios enormes son pura ficción. Por eso hace falta formación, para que esos planes de negocio sean más ajustados a la realidad.
¿Considera que hoy en día los emprendedores están suficientemente formados para ocuparse de esas finanzas?
En general no lo están, y es una lástima porque hay muchos proyectos buenísimos que fracasan porque no están bien diseñados desde el punto de vista de los números. Me da igual si son másteres, cursos o jornadas, pero los emprendedores deberían tener conocimientos básicos en las tres patas que hacen que cualquier empresa funcione: conocimientos para conseguir un buen producto o servicio (producción), para comercializarlo (ventas) y para que los números salgan (finanzas). Y no me refiero a las finanzas sofisticadas, sino a las finanzas del día a día, a cuadrar gastos e ingresos.
¿Qué recomendaría a un emprendedor que ha de buscar financiación para su proyecto?
Las vías de financiación que más suenan hoy en día dentro del ámbito del emprendimiento, como el crowdfunding, los business angels… son reales y se deben tener en cuenta, pero no olvidemos que la enorme mayoría de startups se continúan financiando por los canales tradicionales: por las famosas tres F (family, fools and friends) y por la banca tradicional, que no se fija tanto en tu idea de proyecto sino en que tengas avales para devolver el dinero. Y si pretendes ir a las rondas de financiación, yo te recomendaría que lo hicieses cuando tengas los números claros y puedas acreditar que la empresa funciona y que tú tienes una cierta experiencia. Tendrás muchas más posibilidades de que te escuchen.
Pero a menudo, conseguir esa financiación implica ceder una parte de la propiedad de la empresa. ¿Lo recomienda?
Volvemos a lo que decía antes: estamos cambiando los nombres de cosas que existen desde hace mucho. Antes, cuando tu empresa crecía hasta el punto de no poder asumir ese crecimiento, buscabas un socio. Ahora pasa lo mismo con los business angels, que funcionan con préstamos participativos y muchas veces reclaman un cierto poder de decisión en la empresa. Por muy buena que sea tu idea, si no tienes el dinero para impulsarla, es lógico que tengas que dar algo a cambio.
¿Cómo valoras el potencial de Cataluña como referente emprendedor?
En Cataluña tenemos una larga tradición de emprendimiento. Emprender es exponer alguna cosa tuya para sacar adelante un proyecto y eso sirve para un señor que monta una tienda, para un autónomo o para una aplicación de alta tecnología. Entendiendo que todo eso es emprendimiento, aquí hace siglos que emprendemos con éxito, en sectores como el textil, la alimentación, el mercado farmacéutico… ¡alguna cosa sabemos!
Pero hoy en día identificamos emprendimiento con innovación y tecnología.
Sí, más del 90 % de los proyectos que surgen son aplicaciones. Lo entiendo porque son proyectos ágiles que se pueden lanzar sin una gran inversión, pero yo reivindico que haya más emprendimiento industrial. La inversión inicial es mucho mayor y requiere más personal, pero también mueve más dinero y aporta más al tejido empresarial del país. Además, la mayoría de aplicaciones son gratuitas y eso plantea un problema de monetización –un porcentaje altísimo de estas aplicaciones acaban desapareciendo-, mientras que en una startup industrial los ingresos son mucho más tangibles.