Todos coincidiríamos en que el emprendimiento es un ámbito especialmente sensible a los cambios y a la innovación, con una gran capacidad de adaptabilidad, abierto a los nuevos tiempos, a los avances tecnológicos pero también a los sociales. Es por ello que el papel del emprendimiento femenino y la brecha entre hombres y mujeres están siendo temas de debate en foros tan importantes como el World Mobile Congress que se celebró recientemente en Barcelona, y que profundizó en esta cuestión a través del programa Women4Tech. El diagnóstico, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer que se celebra este 8 de marzo, parece claro: el protagonismo de las mujeres en la creación y el desarrollo de startups ha crecido de manera espectacular en los últimos años aunque, pese a todo, la paridad todavía queda demasiado lejos.
La organización WomenWhoTech, fundada en 2008 para estudiar la presencia de la mujer dentro del ámbito de las startups, ha elaborado algunas estadísticas interesantes a nivel mundial. De ellas se deduce que el emprendimiento femenino ha evolucionado de manera exponencial en los últimos 15 años: desde el año 1997 hasta el 2014, la cantidad de mujeres que lanzaron nuevos negocios en todo el mundo creció un 68 %. Pero, pese a esta mejora, las mujeres continúan recibiendo solo un 7 % de la financiación total de los fondos de inversión; por cada emprendedora que obtiene financiación para su proyecto, hay seis emprendedores que lo consiguen. Unas cifras que denotan una clara desigualdad de oportunidades.
¿Y por qué se produce esta situación? Las razones que suelen esgrimirse son diversas, pero todas tienen su origen en un cambio de mentalidad que todavía encuentra algunas resistencias. La primera es aquella que considera, a veces de manera explícita y otras de forma más indirecta, que las tareas de máxima responsabilidad en una empresa o el liderazgo de un proyecto de emprendimiento se adecúan más a perfiles masculinos. Una percepción que se manifiesta en lo que el Wall Street Journal bautizó en los años noventa como el «techo de cristal»: muchas mujeres desarrollan carreras más que prometedoras, incluso consiguen compatibilizar con éxito la esfera profesional con la maternidad –la mayor implicación de los hombres en el cuidado de los hijos, la flexibilización de horarios, la aplicación de las nuevas tecnologías a los flujos de trabajo… pueden facilitar esta conciliación-, hasta que llegan a unos niveles jerárquicos que se convierten en inalcanzables, ya que están completamente copados por hombres. Son muchas las empresas que intentan cambiar esta dinámica, pero en algunos casos «el techo de cristal» todavía resulta difícil de romper.
En este sentido, son significativos los datos expuestos en un estudio que la firma americana Fenwick realizó bajo el título Gender Diversity in Silicon Valley, con el objetivo de analizar cuál es el nivel de participación de la mujer en el centro de emprendimiento más importante del mundo. Las estadísticas revelan que un 25 % de las personas que trabajan en estas empresas líderes del ámbito tecnológico son mujeres, y que este porcentaje disminuye de forma alarmante en los cargos intermedios y altos: ocupan un 11 % de los cargos ejecutivos y solamente un 5 % son propietarias de estas empresas. En consecuencia, se aprecia una importante brecha salarial entre hombres y mujeres. No es ningún secreto que el emprendimiento europeo suele reproducir las dinámicas de Silicon Valley, y en cuestión de género en Europa las cifras son bastante similares: se estima que las mujeres ocupan un 30 %, aproximadamente, de los empleos relacionados con el mundo digital, y los porcentajes menguan de la misma manera a medida que aumentan los niveles de responsabilidad.
«Techo de cristal» y educación
Al famoso «techo de cristal» se suman otros factores. La educación, por ejemplo, resulta fundamental. El hecho de que algunas disciplinas académicas se identifiquen tradicionalmente con el género masculino, favorece la desigualdad. En este sentido, desde diferentes foros se intenta fomentar que cada vez haya más mujeres jóvenes que cursen carreras relacionadas con el emprendimiento y con materias como la tecnología, las matemáticas, el big data… De hecho, últimamente han aparecido diversos estudios que sostienen que los equipos directivos con presencia de hombres y mujeres ofrecen unos mejores resultados, ya que ofrecen visiones más amplias y conectan con un segmento de clientes o consumidores más completo. Según WomenWhoTech, las startups impulsadas por emprendedoras generan un 12 % más de ingresos que las dirigidas exclusivamente por hombres.
Un tercer aspecto a tener muy en cuenta a la hora de analizar la brecha de género en el mundo del emprendimiento es el de los fondos de inversión. La gran mayoría de estos fondos, que son fundamentales para financiar las startups, son dirigidos por hombres, y muchas de sus inversiones se realizan a partir de contactos personales o de foros de networking que conectan a inversores y emprendedores. Según datos de la consultora PitchBook, solo un 9,7 de socios de los principales fondos de inversión norteamericanos son mujeres, de manera que a partir de aquí se genera una dinámica circular: los inversores tienden a trabajar con agendas mayoritariamente masculinas, de manera que no es extraño que sus inversiones tiendan a beneficiar a emprendedores hombres.
Una perspectiva mundial
El estudio sobre emprendimiento femenino más exhaustivo que existe a nivel internacional es el que realiza el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) en colaboración con centros académicos de prestigio como el Babson College (USA), la Universidad del Desarrollo (Chile), la Unirazak (Malasia), el IDRC (Canadá) y el Tecnológico de Monterrey (México). Su último informe analiza el papel de la mujer emprendedora en 83 economías mundiales, y arroja numerosas conclusiones. La primera es que la brecha de género se redujo un 6 % en solo dos años (entre 2012 y 2014) pero que, sin embargo, el papel del emprendimiento femenino todavía tiene mucho camino por recorrer. Según este estudio, la mayor desigualdad se encuentra en Europa: en la República Checa, por poner un ejemplo, solo un 4 % de las mujeres del país en edad de trabajar están involucradas en alguna actividad relacionada con el emprendimiento, mientras que en el caso de los hombres el porcentaje casi se triplica (11 %). En otros países donde existen altos índices de productividad y de innovación como Suecia, Bélgica, Irlanda o el Reino Unido los porcentajes de actividad emprendedora de los hombres dobla al de las mujeres –en España la brecha es algo menor: un 4 % de mujeres por un 6 % de hombres-, mientras que la cifra más contundente es la de Turquía, donde solo hay tres mujeres emprendedoras por cada diez hombres.
Una de las posibles conclusiones del informe del GEM es que a nivel de emprendimiento la paridad es mayor en países emergentes y en algunas regiones donde las condiciones económicas son especialmente adversas, ya que las mujeres que quedan excluidas del mercado laboral optan por emprender sus propios negocios. Dos casos paradigmáticos son Brasil, donde el número de mujeres emprendedoras supera incluso al de hombres, y México, donde prácticamente se llega a la paridad; dos economías emergentes en las que la mujer ha adquirido un alto protagonismo. Otros países latinoamericanos como El Salvador, Ecuador y Perú también se encuentran muy cerca de esa paridad, al menos en lo que a cifras macro se refiere, mientras que en algunas economías asiáticas (Filipinas, Malasia, Indonesia y Vietnam) y africanas (Uganda, Zambia y Ghana) son claramente las mujeres las que toman la iniciativa a la hora de emprender nuevas actividades económicas, en muchos casos ligadas a la pura subsistencia.
Un futuro esperanzador
Pese a que la brecha entre emprendedores y emprendedoras es un hecho, todos los indicadores apuntan hacia una evolución positiva. En los últimos 15 años el número de mujeres emprendedoras se ha multiplicado por tres, y en Estados Unidos han calculado que si las empresas del país lideradas por mujeres pudieran sumar un producto interior bruto propio, ya serían la quinta economía mundial. Además, cada vez son más los foros y las iniciativas que tratan un tema, el de la igualdad de género en el ámbito del emprendimiento, que ha dejado de ser tabú. Barcelona es un buen ejemplo: al exitoso Woman4Tech se suman eventos como el Woman 360⁰ Congress, el FemTalent o el WomanLiderTIC, donde cada año se debaten nuevas fórmulas para potenciar el protagonismo del emprendimiento y del talento femeninos.